¿Cómo voy en mi relación de pareja?

La pareja es un tema que en los últimos años ha tenido una mayor presencia en todas las áreas sociales, económicas, políticas y en redes sociales. Las personas de mayor edad por ejemplo se aterran cuando ven una pareja del mismo sexo, mientras que para los jóvenes es algo natural. Se evidencia más flexibilidad en los roles que tradicionalmente estaban asignados a hombres y mujeres. Con mayor apertura y agrado los hombres se dedican al cuidado de los hijos mientras las mujeres toman más espacio en el ámbito externo y financiero.  Sobre este tema es mucho lo que se puede decir, sin embargo, lo que quiero compartirles en esta nota, es que a pesar de la apertura social y cultural en algunos países, (sabemos que no en todas partes y culturas es así) acerca de las diversas formas de parejas, lo que no ha cambiado mucho son los conflictos en la relación.

En las consultas y formaciones llegan parejas diversas, con problemas similares: soledades, violencia, poca tolerancia, falta de confianza, incomunicación, deterioro en la intimidad, abandono, idealizaciones, patrones recurrentes… entre otros. Se trata de los problemas humanos de toda la vida, que se manifiestan o se potencian en toda relación, pues cualquier persona que entra en tu vida es porque tienes que ver con la vida de esta otra persona y viceversa.

Es así que dos personas se encuentran y no ha pasado mucho tiempo cuando se dan cuenta que en ambos hubo en algún momento, por ejemplo: abandono, que los padres, abuelos o algún ancestro vivió una historia similar. Muchas veces esto que comúnmente llamamos amor a primera vista, que no tiene nada de amor, es una atracción producto de energías que están vibrando en la misma sintonía. Es decir estas vibraciones son el resultado de heridas sin sanar de la infancia o del sistema familiar que se proyectan y pueden hacer una simbiosis con el propósito de “lamer uno la herida del otro”.

He aprendido, en mi vida personal y en actividades de apoyo que la resolución de los conflictos de pareja, es una herramienta potente para el conocimiento de sí de sí mismo, y un camino ancho hacia el crecimiento personal. Pues cuando no se da la separación, la relación se transforma, ya no hay víctimas y verdugos, son dos personas adultas empoderadas desde el interior y dispuestos a dar y recibir en igualdad de condiciones. Cuando se puede mirar el conflicto de fondo y  la pareja se separa, la persona que se ha hecho responsable de su parte en el conflicto, está abierta a otra relación, más adulta y con más consciencia de sí mismo y del otro o la otra. La pareja no es un tema menor, pues es a partir de una relación de dos, que se da un tercero, que puede ser hijos y familia o proyecto de emprendimiento. Es desde este vínculo pequeño que vamos creando nuevos paradigmas y cambios de conciencia, es el aporte que hacemos a la humanidad en el proceso de evolución.

Resolver el conflicto, requiere salir de la energía de niño o niña que se manifiesta en la pareja como  víctima o verdugo, reconocer y aceptar a los padres como los seres imperfectos que hicieron su papel de dar la vida, aunque ellos no tenían otras herramientas para hacerlo diferente al patrón que tomaron de sus padres. Es darse cuenta que sigues repitiendo la historia del sistema o te has quedado en el pasado de este niño o niña que hacía cualquier cosa por tener la mirada y atención de mamá y papá… y para crecer es fundamental tomar la decisión de hacerlo diferente, sin juicio a quienes les precedieron.

Tomar la decisión de hacerlo diferente invita a ampliar la mirada de los masculino y femenino, ir más allá de los roles de mujer y hombre que ha impuesto las culturas actuales y experimentar la integración: la fuerza con la vulnerabilidad, la lógica con la intuición, la belleza con la rudeza… darse cuenta que tanto hombres como mujeres pueden aprender, crecer, acompañarse, expresarse desde lo más profundo se sí mismo. Carl Jung con sus estudios de arquetipos determinó que el cerebro humano está dotado de ambas energías: masculina y femenina, también las culturas orientales lo señalan. Se trata entonces de reconocernos en el otro o la otra desde esa comprensión de unidad. Un hombre puede entonces decirle a la mujer “tu vulnerabilidad es la mía”. Y la mujer al hombre: “puedo ver mi fuerza al reconocer la tuya”. Desde esta reflexión y tomando consciencia de sí mismo como parte del todo, queda la pregunta ¿Cómo voy en mi relación de pareja?

Abrazo amoroso

Soraya Medina Fuentes

Terapeuta Sistémica

 

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